Dormir profundamente, nutre la vida
Esta semana se celebra el Día Mundial del Sueño y la cita viene acompañada del lema “Dormir profundamente, nutre la vida”. Y hoy nos hemos propuesto concienciar de forma profunda acerca de las consecuencias de las decisiones que tomamos sobre nuestro tiempo de descanso.
Científicamente la muerte por privación del sueño se establece dentro de los tres primeros meses en humanos. Aunque sus efectos devastadores comienzan a notarse en apenas unos días.
Andy Gardner, que ostenta el récord de horas de privación del sueño (264, bajo control científico) experimentó al principio pérdida de concentración y memoria. El cuarto día, empezó a tener alucinaciones. Y a los 11 días no podía completar algunas tareas mentales. Esto nos hace visualizar la importancia que tiene el sueño para nuestra longevidad y calidad de vida. Unas consecuencias, que como decimos, comienzan a notarse YA en el CORTO PLAZO:
Disminución de la concentración: Para que os hagáis una idea, la pérdida de sólo una hora y media puede reducir nuestra capacidad de alerta un 32%. Y descansar menos de 6 horas multiplicar por tres las posibilidades de sufrir un accidente de tráfico.
Afectación de la capacidad cognitiva y la memoria: La revista Sleep reveló que no dormir durante 24 horas implica la muerte de células del cerebro. Además, al privarle de reposo, pierde su capacidad de protegernos contra enfermedades como el Alzheimer o la demencia. Pues no puede limpiar las proteínas que generan las placas causantes de estas patologías.
Defensas bajas: Quienes duermen seis horas o menos, tienen cuatro veces más posibilidades de enfermar.
Aumento de peso: Descansar menos de cinco horas afecta al índice de masa corporal. Se debe a que se reduce un 15,5% la leptina (hormona que regula el almacenamiento de la grasa y saciedad). A largo plazo, puede hacernos los candidatos perfectos para desarrollar un cuadro de diabetes.
Afectación de las emociones: No dormir lo suficiente altera la respuesta del lóbulo prefontal. Es la zona del cerebro que regula las emociones. De este modo, se experimentan sensaciones intensas desde la euforia a la irritabilidad. Afectando nuestras relaciones con los demás. A largo plazo, puede desencadenar en depresión y otros desórdenes del humor.
Llegados a este punto, algunos de vosotros estaréis pensando que estamos creando una alarma innecesaria. Y que no irse a la cama de vez en cuando no será para tanto… ¿Pero cómo saber realmente si el déficit de sueño os ha empezado o no a pasar factura? Permaneced atentos a estas señales:
Dormir hasta tarde los fines de semana: Refleja la necesidad natural de nuestro organismo de satisfacer su recuperación del sueño perdido durante la semana. Se le conoce como “atracón de sueño». Pese a que nos sirve para ajustar cuentas en un período puntual, no es lo más deseable que recurramos con frecuencia a este método. No deja de ser una interrupción de la regularidad (semana-fin de semana) que como el famoso jet-lag conduce a un mayor trastorno de nuestros ciclos de sueño.
Siesta diurna fuera de patrón: Cuando no la desarrollamos como hábito/tradición, puede ser indicadora de una perturbación crónica. Un desorden de apnea obstructiva o depresión.
Para los que estéis alarmados a estas alturas, el profesor Charles Czeisler afirma que una o dos semanas son suficientes para saldar cualquier deuda de sueño.
Pero si a pesar de saldar tu deuda, la sensación de somnolencia persiste, podría tratarse de algo más serio. En ese caso se haría recomendable visitar al médico para detectar a tiempo enfermedades de mayor gravedad.
Así que ya sabéis soñadores. A partir de hoy este es vuestro nuevo mantra: “dormir profundamente nutre la vida”.