Cómo sueñan las mujeres
Soñar no es lo mismo para los hombres que para las mujeres. Una investigación de la Universidad de Loughborough estableció que las mujeres necesitan 20 min más para recuperase, pero ¿cómo sueñan las mujeres?
Que las mujeres son más propensas a realizar varias tareas y a tener varios pensamientos al mismo tiempo. ¿Te suena, verdad? Pues seguro que también eres de esas que a medida que la noche avanza el sueño se les vuelve más liviano. Y te vuelves más sensible a los ruidos y a despertar antes de tiempo…
Eso tiene que ver con las particularidades biológicas de tu sexo a la hora de dormir. Has de saber además que las mujeres tienen mayores probabilidades de padecer dolores nocturnos como migrañas, reumas o acidez. Y que los cambios de ritmos y exposición a la luz (jet lag, cambios de horario en el trabajo) les afectan más. Lo que provoca no sólo una mayor irregularidad del periodo, sino también una pérdida de sueño.
Dicho así, no parece muy halagüeño ser mujer cuando se trata de irse a la cama… Pero un buen conocimiento de las particularidades de tu organismo, te ayudará a mejorar. Una de las mayores batallas que enfrentarás contra Morfeo, estará relacionada con los cambios hormonales. Condiciones como el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia pueden afectar a tus niveles de estrógenos y progesterona, con impacto en la calidad del sueño.
Durante los 3-6 días previos a la regla algunas mujeres experimentan una mayor dificultad de conciliar el sueño y despertares nocturnos. Otras, sin embargo, presentan somnolencia diurna, fatiga y aumento de la cantidad de sueño. Y durante el periodo en sí, pueden experimentarse síntomas de ansiedad e irritabilidad que pueden transformarse en insomnio crónico. Aunque si hay dos momentos especialmente complicados para el sueño son el embarazo y la menopausia:
Las mujeres embarazadas sufren trastornos del sueño durante todo el proceso. No sólo por los cambios hormonales y físicos (ej: déficit de calcio, que entorpece el buen funcionamiento de las neuronas). También psicológicos (ansiedad, preocupaciones, depresión).
En el primer trimestre, el aumento de los niveles de progesterona hacen que padezca somnolencia diurna y fatiga. Durante el segundo trimestre, se pueden presentar pesadillas y la incomodidad física hace difícil encontrar la postura. En el tercer trimestre pueden experimentarse ardor, rampas, congestión de los senos y aumento de ganas de orinar (mayor presión del útero sobre la vejiga). Aparecen los despertares nocturnos frecuentes y el sueño se vuelve más superficial. En esta fase la mujer puede presentar incluso ronquidos por la presión del útero sobre el diafragma. Y un 15% síndrome de piernas inquietas por déficit de hierro.
Además de las clásicas recomendaciones para un buen sueño, se aconseja a las embarazadas beber mucho líquido durante el día. Y reducirlo antes de acostarse. O dormir sobre el lado izquierdo para permitir un mejor flujo de sangre hacia el feto, útero y riñones. Además, cualquier terapia o masaje que nos ayude a drenar y mejorar la circulación, mejor. También el apoyo psicológico cuando los niveles de estrés se disparan, será clave para relajarnos y facilitará que conciliemos el sueño.
Aunque tras el parto, la adaptación tampoco tampoco es instantánea… Se produce una brusca disminución de los niveles hormonales que puede provocar depresión o estrés emocional. En los primeros meses, el sueño se ve muy interrumpido y reducido. Especialmente si se opta por la lactancia natural. Pero a partir del tercer-cuarto, el sueño vuelve felizmente a su normalidad.
Los cambios experimentados en la menopausia, por su parte, son responsables de que más de la mitad de las mujeres maduras padezcan problemas de insomnio. Por los consabidos sofocos. Éstos pueden durar alrededor de un año, pero el 25% de las mujeres los sufren durante cinco. También puede aparecer apnea del sueño. En estos casos hay quien opta por tratamientos con estrógeno y progesterona. Pero siguiendo recomendaciones generales como una alimentación adecuada, consumo de productos con soja, evitar nicotina y alcohol, o usar ropa ligera, pueden mejorar la situación.
Un mal descanso en la mujer tiene efectos no sólo sobre el descanso. También sobre el apetito, la concentración, las relaciones personales, la actividad sexual o los ciclos menstruales. Así que cuidarte es primordial y velar por no dormir jamás menos de 7 horas al día (más si podemos). En resumen, soñar en femenino no es fácil, pero sí es posible si quieres.